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El Asesinato de Walter Guinness, 1.er Barón Moyne: Un Punto de Inflexión en el Conflicto Palestino

El 6 de noviembre de 1944, las calles de El Cairo se convirtieron en el escenario de un impactante acto de violencia política que resonó por todo Oriente Medio y más allá. Walter Edward Guinness, 1.er barón Moyne, el ministro residente británico en Oriente Medio, fue asesinado por dos miembros del grupo militante judío Lehi (también conocido como la Banda Stern). Este audaz acto no solo segó la vida de un prominente estadista británico, sino que también descarriló un posible camino hacia un Estado judío, intensificando el ya volátil conflicto en Palestina. El asesinato de Lord Moyne sigue siendo un momento pivotal en la historia de la política colonial británica, la militancia sionista y la lucha por el control de Palestina.

El Hombre: Walter Guinness, 1.er Barón Moyne

Walter Edward Guinness, 1.er barón Moyne (1880–1944), fue un destacado político, empresario, soldado y miembro de la familia anglo-irlandesa de cerveceros Guinness. Nacido el 29 de marzo de 1880 en Dublín, Irlanda, era el tercer hijo de Edward Guinness, 1.er conde de Iveagh, heredero de la rica e influyente dinastía Guinness. Educado en Eton College, destacó en roles de liderazgo, siendo presidente de la prestigiosa sociedad “Pop” y capitán de remo. En 1903 se casó con Lady Evelyn Hilda Stuart Erskine, hija del 14.º conde de Buchan. La pareja tuvo tres hijos, incluido su sucesor Bryan Guinness, 2.º barón Moyne, quien más tarde sería poeta y novelista.

La crianza privilegiada de Moyne no apagó su sentido del deber. Descrito por contemporáneos como inteligente, escrupuloso y de espíritu público, dedicó su vida al servicio militar y político. Su inmensa fortuna familiar —estimada en alrededor de tres millones de libras— le otorgó influencia e independencia, que utilizó para perseguir intereses reformistas en agricultura, vivienda y política colonial.

Servicio Militar

La carrera militar de Guinness comenzó durante la Segunda Guerra de los Bóers (1899–1902), cuando se ofreció voluntario para el Imperial Yeomanry, resultó herido en combate y obtuvo la Medalla de la Reina para Sudáfrica. En la Primera Guerra Mundial luchó en Egipto, Gallipoli y Francia, ascendiendo al rango de teniente coronel. Dos veces galardonado con la Orden de Servicio Distinguido (DSO con barra) por valentía, desarrolló un apego de por vida por Oriente Medio. Sus diarios de guerra, publicados en 1987, revelan a un soldado reflexivo con un agudo sentido de la humanidad y la historia: un hombre que veía el imperio como un deber y una carga.

Carrera Política

Tras regresar del frente, Guinness entró en la vida pública como político conservador. Sirvió en el Consejo del Condado de Londres (1907–1910) y como diputado por Bury St Edmunds de 1907 a 1931. A lo largo de una carrera de casi tres décadas, ocupó varios cargos influyentes: subsecretario de Estado para la Guerra (1922–1923), secretario financiero del Tesoro (1923–1925) y ministro de Agricultura y Pesca (1925–1929), donde promovió el cultivo de remolacha azucarera y la modernización rural.

Elevado a la nobleza en 1932 como barón Moyne, continuó sirviendo en la Cámara de los Lores. Contribuyó a importantes investigaciones públicas, incluida la Comisión de 1933 sobre Desmonte de Tugurios, la Comisión Real de 1934 sobre la Universidad de Durham y la Comisión Real de 1938 sobre las Indias Occidentales. Durante la Segunda Guerra Mundial, Moyne regresó al gobierno como secretario parlamentario conjunto del Ministerio de Agricultura (1940–1941), secretario de Estado para las Colonias y líder de la Cámara de los Lores (1941–1942), y finalmente como ministro residente en Oriente Medio (1942–1944). En esa capacidad, supervisó la estrategia británica en territorios desde Libia hasta Irán y sirvió como representante principal de Winston Churchill en la región.

Negocios y Otros Intereses

Como director de la cervecería Guinness, Moyne desempeñó un papel en la expansión global del negocio familiar. Cofundó British Pacific Properties en Vancouver y encargó la construcción del Puente Lion’s Gate, inaugurado en 1939. Como filántropo, ayudó a financiar fideicomisos de vivienda en Londres y Dublín para mejorar las condiciones de las familias trabajadoras.

La curiosidad y el espíritu aventurero de Moyne lo llevaron más allá de la política y el comercio. Apasionado yateador y explorador, poseyó varios yates reconvertidos —Arpha, Roussalka y Rosaura— y realizó expediciones por el Pacífico y el océano Índico. En 1935 trajo el primer dragón de Komodo vivo a Gran Bretaña, y sus colecciones zoológicas y etnográficas fueron donadas posteriormente a museos. Escribió Walkabout: A Journey between the Pacific and Indian Oceans (1936) y Atlantic Circle (1938), libros que revelan su interés por la antropología y la comprensión intercultural.

Contexto Histórico: Oriente Medio y la Crisis Palestina

El asesinato de Walter Guinness, 1.er barón Moyne, ocurrió en medio de tensiones crecientes en el Mandato Británico de Palestina durante la Segunda Guerra Mundial. Como ministro residente británico en Oriente Medio desde 1942, Moyne era responsable de supervisar la estrategia de guerra en una región crítica para el imperio británico y el suministro de petróleo. Esto incluía hacer cumplir el Libro Blanco de 1939, que restringía severamente la inmigración judía a Palestina —limitándola a 1.500 inmigrantes al mes.

Planificación y Perpetradores

La idea de asesinar al ministro residente británico provino del fundador de Lehi, Avraham “Ya’ir” Stern, quien lo concibió como un golpe simbólico contra el sistema imperial británico. Tras la muerte de Stern en 1942, el plan fue revivido bajo el nuevo liderazgo de Lehi, incluido Yitzhak Shamir —futuro primer ministro de Israel. Dos jóvenes judíos palestinos, Eliyahu Hakim (19 años) y Eliyahu Bet-Zuri (22 años), fueron seleccionados para ejecutar la misión. La pareja fue elegida no solo por su compromiso, sino también por su capacidad para atraer atención internacional a la causa judía mediante un ataque fuera de Palestina —la primera operación de Lehi en el extranjero. Lehi apuntó deliberadamente a Moyne como un aristócrata británico de alto rango y nacido en Irlanda cuya muerte resonaría en todo el Imperio. En la planificación, el grupo enfatizó el potencial del asesinato para dramatizar el sufrimiento judío, desafiar la autoridad británica y presentar la lucha sionista como parte de una campaña anticolonial global.

El Asesinato: Un Ataque Meticulosamente Planeado

A primera hora de la tarde del 6 de noviembre de 1944, Hakim y Bet-Zuri esperaban cerca de la residencia de Moyne en la isla Gezira de El Cairo. Alrededor de las 13:10 llegó el coche de Moyne, conducido por el cabo Arthur Fuller y con su secretaria Dorothy Osmond y su ayudante de campo, el mayor Andrew Hughes-Onslow. Los asesinos se acercaron en bicicleta. Bet-Zuri disparó a Fuller en el pecho, matándolo al instante. Hakim abrió la puerta del coche y disparó tres balas a Moyne: una impactó en su cuello por encima de la clavícula, otra en el abdomen —perforando el colon y alojándose cerca de la columna— y la tercera rozó sus dedos y pecho. Moyne fue trasladado de urgencia a un hospital militar británico, pero sucumbió a sus heridas ese mismo día a los 64 años. Los atacantes huyeron, pero fueron perseguidos por la policía egipcia. Tras un breve tiroteo, fueron capturados y casi linchados por transeúntes enfurecidos antes de ser arrestados. El análisis forense vinculó posteriormente sus armas a operaciones previas de Lehi contra funcionarios británicos.

Consecuencias Inmediatas

El asesinato conmocionó al mundo y ocupó las portadas. Las autoridades británicas, temiendo disturbios, se abstuvieron de represalias masivas contra la comunidad judía, pero reforzaron la seguridad en todo Oriente Medio. En Egipto, contrariamente a la propaganda de Lehi, no hubo manifestaciones pro-Lehi inmediatas, aunque estallaron disturbios antijudíos en El Cairo y Alejandría un año después, en noviembre de 1945, causando varias muertes y daños extensos a la propiedad. La inteligencia británica advirtió de posibles ataques imitadores —una preocupación que se materializó cuando el primer ministro egipcio Ahmad Maher fue asesinado en febrero de 1945. Entre los influenciados por el evento estaba un joven oficial egipcio llamado Gamal Abdel Nasser, quien supuestamente admiraba el coraje y la determinación anticolonial de los asesinos.

Juicio y Ejecución

Hakim y Bet-Zuri fueron juzgados en un tribunal militar egipcio en enero de 1945. Utilizaron el proceso para pronunciar discursos incendiarios defendiendo sus acciones como parte de una lucha global por la liberación nacional. Solicitaron literatura sobre la historia revolucionaria de Egipto y compararon su causa con movimientos antiimperialistas en India e Irlanda. A pesar de amplios llamamientos a la clemencia —de comunidades judías, intelectuales internacionales e incluso un gandhiano indio que los comparó con John Brown y republicanos irlandeses— fueron condenados a muerte. Las apelaciones fueron rechazadas y ambos hombres fueron ahorcados el 22 de marzo de 1945. Funcionarios británicos, incluido el embajador Miles Lampson, insistieron en ejecutar rápidamente las sentencias por temor a que cualquier signo de indulgencia alentara más ataques.

Reacción de Winston Churchill

Walter Guinness había sido uno de los amigos personales y aliados políticos más cercanos de Winston Churchill. Los dos hombres cofundaron “The Other Club” y compartieron vacaciones, incluida una travesía en yate en 1934. Churchill quedó devastado por la muerte de Moyne, llamándola “un acto odioso de ingratitud”. En su discurso al Parlamento el 17 de noviembre de 1944, advirtió que “el humo de las pistolas de los asesinos” no podía dictar la política. Canceló una reunión de gabinete prevista para discutir la partición de Palestina y se volvió notablemente más frío hacia los líderes sionistas, negándose a responder a los mensajes personales de Weizmann. Correspondencia desclasificada revela la insistencia de Churchill en que no se concediera clemencia a los asesinos, una postura que reflejaba tanto el duelo como el cálculo político. Aunque Churchill no abandonó su simpatía general por el sionismo, el asesinato alteró permanentemente su perspectiva. Transformó una amistad personal en una ruptura política y subrayó los costos morales y estratégicos de la posición británica en Oriente Medio.

Impactos a Largo Plazo e Implicaciones Más Amplias

El asesinato de Lord Moyne tuvo consecuencias que superaron con creces el momento inmediato. Profundizó la desconfianza entre Gran Bretaña y el movimiento sionista, descarriló una propuesta de partición casi inminente y contribuyó a la decisión final de Gran Bretaña de renunciar al Mandato. La escalada subsiguiente de violencia culminó en la votación de partición de la ONU en 1947 y el establecimiento de Israel en 1948. En Israel, los asesinos, condenados globalmente como terroristas, fueron reimaginados como mártires de la liberación nacional. En 1975, sus restos fueron repatriados de Egipto en un intercambio de prisioneros y vueltos a enterrar con plenos honores militares en el Monte Herzl de Jerusalén.

Una Sombra Duradera: Relaciones Británico-Israelíes y la Conexión Real

El legado del asesinato de Lord Moyne se extendió mucho más allá de la década de 1940, proyectando una sombra sutil pero perdurable sobre las relaciones británico-israelíes. Uno de sus símbolos más perdurables fue la ausencia de la reina Isabel II en Israel durante sus setenta años de reinado. A pesar de visitar más de 120 países y recibir múltiples invitaciones de líderes israelíes, nunca realizó una visita oficial de Estado.

Aunque el gobierno británico mantenía una política informal que desaconsejaba visitas reales a Israel para evitar alienar a aliados árabes y poner en riesgo relaciones comerciales en la región, también jugaron un papel factores personales e históricos. El recuerdo de ataques militantes sionistas contra personal británico durante el Mandato —especialmente el asesinato de Lord Moyne en 1944, un amigo cercano de Winston Churchill— dejó una huella duradera en la monarquía y el establecimiento británico. El asesinato de Moyne, parte de una campaña más amplia de violencia que incluyó el atentado con bomba al Hotel King David en 1946 que mató a 91 personas (entre ellas funcionarios y civiles británicos), simbolizó un período de traición y pérdida para muchos en los círculos gobernantes de Gran Bretaña.

Algunos informes sugieren que estos recuerdos moldearon las percepciones privadas de la reina. Una versión afirmaba que creía que “todo israelí era terrorista o hijo de terrorista”, reflejando cuán profundamente se internalizaron tales eventos en una generación de élites británicas que presenciaron el violento fin del Imperio en Palestina. En consecuencia, los funcionarios israelíes rara vez recibían audiencias individuales en el Palacio de Buckingham, con contactos limitados mayormente a eventos multilaterales o ceremoniales. La sombra del asesinato de Lord Moyne se extendió así al protocolo diplomático moderno, ilustrando cómo los traumas del imperio pueden perdurar de maneras sutiles pero poderosas a lo largo de décadas.

Conclusión

El asesinato de Walter Guinness, 1.er barón Moyne, fue más que el asesinato de un funcionario británico: fue un evento sísmico que remodeló la trayectoria del conflicto palestino y aceleró el desmoronamiento del imperio británico en Oriente Medio. Moyne, soldado, estadista y reformador, representaba una raza en extinción de pragmáticos imperiales que buscaban equilibrio entre nacionalismos competidores. Su muerte silenció a un posible mediador y endureció las actitudes en todos los bandos.

Visto a través del lente de las normas internacionales contemporáneas, el asesinato de un diplomático extranjero de alto rango en suelo extranjero sería clasificado inequívocamente como un acto de terrorismo. Las definiciones modernas —como las utilizadas por las Naciones Unidas y la mayoría de los gobiernos nacionales— identifican la violencia política deliberada contra funcionarios no combatientes para influir en la política como terrorismo, independientemente del motivo o causa. Aunque Lehi enmarcó sus acciones como resistencia anticolonial, el ataque a un líder político civil en el extranjero cae directamente dentro de la concepción actual de terrorismo, subrayando la tensión perdurable entre la violencia revolucionaria y la legitimidad moral.

Referencias

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